sábado, 28 de agosto de 2010

Un segundo con vos

Te advierto que va a pasar este segundo y vamos a tener que despedirnos. Te doy un changüí, te propongo, antes de que empiece, que tratemos de vivirlo distinto, que lo descuarticemos para que se convierta en un abismo. Porque después voy a tener que despedirme…
Que bueno que aceptaste. Ni bien dijiste “Sí” la aguja segundera comenzó a girar. Hoy se ve más grande que de costumbre, será porque está marcando nuestra vida. ¿Me preguntás por las cosas que siento? Muchas, voy a tratar de contarte rápido y despacio, porque sólo tenemos un segundo abismal.

Te miro acá, enfrente mío, con esa cara de nene ingenuo que me da tanta paz, con esa cara de que no entendés nada y de que tampoco querés entender, sólo querés estar conmigo. A mi me palpita el corazón y ya no es la aguja quien marca mi ritmo. Me dejo llevar en tus manos, suaves y gigantes. Mis manos y tus manos, todo un arte de movimientos, que tienen un lenguaje propio, que sólo ellas entienden. Pero a mi me gusta, me siento protegida cuando ellas juegan a abrazarse, me siento atraída cuando se ponen un poco más mimosas y me siento libre cuando deciden ponerse en sintonía con tus brazos, con tus piernas, con tu espalda, unirse para apretarse con fuerza y terminar transpiradas. Las manos, las tuyas y las mías…

El segundero ya se llevó un cuarto de nuestro tiempo. Y no me quiero despedir sin hablar de tus ojos. Se pelean con tu boca para decirme cosas lindas, a veces ganan, otras pierden, pero siempre vuelven. Me buscan y me dejo encontrar. Me piden que no me vaya, no me dejan irme, nunca me quiero ir de al lado de ellos. Son tan profundos que me pierdo en sus colores. Creo que yo sólo conozco esos colores y me da bronca, porque muchas personas se están perdiendo algo hermoso. Pero es sólo mío ¿Cuántos pueden decir ‘es sólo mío’? Vos. Vos podes decirlo, porque yo soy sólo tuya…

La finita aguja ya está en el seis. Tengo que hablar de tus palabras. Con ellas tenemos un secreto que hoy te voy a contar, medio segundo antes de despedirme: ellas me hicieron enamorar de vos. Podría estar horas escuchando esa voz ronca que tiene tanto para decir. Me tenés hipnotizada. No se si sabías, pero vos contás con dos tipos de palabras, que toman por caminos distintos, las que vienen del corazón y las que vienen de la cabeza. No hay manera de que una palabra tuya salga de otro lado (cosa que envidio, porque a mí muchas palabras me salen de las entrañas y no siempre caen bien). Y lo más hermoso de todo esto es que de tu boca salen juntas, de la mano, entrelazadas, no hay nada que vos no digas con una pizca de corazón y otra de cabeza… y así me hipnotizás.

Hay mierda! Pasa el tiempo… me queda un cuarto de segundo abismal. Mientras pasaba este rato estaba pensando: “Si este es 1 segundo con Ro, lo que serán 2 minutos, 3 horas, 4 días, 5 meses, 6 años…”. Seis años. Te voy a besar, antes de despedirme no quiero perderme de tu gusto, de tu olor, de tu piel. … … … El beso duró un poco más de lo esperado, no me arrepiento de nada, porque cuando nos besamos no queda nada por decir, se une todo lo que dije antes y más.
El fin del segundo se acerca, te voy a decir algo murmurando, escuchalo porque después tengo que despedirme: “Te amo”…

El segundero llegó al doce. Me despido…

Hola mi sol, bienvenido a otro segundo con vos…

1 comentario:

  1. Devuelvo el comentario en mi blog.
    Disfruté mucho este rato leyendote. Que no es otra cosa que estos segundos con vos.
    Un beso!

    ResponderEliminar

Se arrimaron a la LIBERTAD